sábado, 10 de noviembre de 2007

Los 3es elementos comunes del Cine Europeo.

Situaros: Sevilla, Festival Cine Europeo, ergo: películas europeas. Muchas, quizás demasiadas, quizás pocas; depende. La cuestión es que durante una semana alargada y estirada un centro comercial aplica el mandamiento cristiano de la limosna y accede a ceder (incidio en ceder) cinco salas para que se proyecten eso mismo, películas europeas (Israel Incluido). Como aspirante a cinéfilo e invitado al festival en tres ocasiones a través de una tarjetita muy mona para colgar al cuello que me identifica como "PRENSA" y que me permite no sólo entrar a ver cine gratis sino a intentar impresionar a las nenas colindates siempre en vano, he sido ungido con el especial privilegio de la observación detallada de tres elementos constitutivos del último y más reciente cine Europeo, que a pesar de ser muy variado porque en la etiqueta caben juntas, cual batidora, pelis de puntos y claves geográficas tan dispares como Finlandia, Francia, Rumanía, Rusia, etc... ah, y sin olvidarnos de Israel; posee esos tres elementos comunes que lo ayudan a definir completamente.

El primero y más llamativo -para mí claro- es un reiterante y regodeante gusto por la CARRETERA. No quiere decir gusto por temática road movie o por pelis que tengan el viaje o el peregrinaje como centros. No, la carretera como elemento estético. En casi todas las pelis europeas ya sean dirigidas por un Chino residente en Francia o por un Filandés con dinero turco alemán se percibe una fijación enfermiza por mostrar la carretera. Ya sea como paisaje o a través del parabrisas en planos metafóricos que personifican los ojos del actor. Pero no sólo eso, hay carreteras para todos los gustos. Autopistas, secundarias, de tierra y arrena. Las cojen desde arriba, desde abajo, a rás, incluso mientras las reparan, levantan o continúan. ¿El motivo? Ni pajolera idea. Quizás es que europa sea un lugar de tránsito, ya sabéis la cantinela de la confluencia de culturas y todo el rollo de la comunicación y qué son las carreteras sino enlaces entre puntos interesantes, o simplemente puntos distintos. Otra razón puede venir dada porque las carreteras son un cojonudo elemento -poético si se sabe hacer- para rellenar espacios y por lo tanto tiempo, que incidan en la duración del film y que éste alcance los pactados y eduacados noventa minutos. Y es que hay películas a las que si quitamos las escenitas de carreterita se verían amputadas al menos en cinco o seis minutitos. La carretera es común, luego cada película se dirige a variados meandros para rellenar el minutaje; algunas les dan por planos fijos y de detalle en el cual se muestre el cambio en el rostro de un actor siguiendo el arco de la felicidad a la desdicha, en otras un cielo con nubecitas chulas, también hay pajaritos en parques, algo de tranquila playa y olas mecientes, etc... pero la carretera, esa, nunca falla. En definitiva, sospecho que no afirmo, que la carretera y demás subterfugios son elementos donde se nos quiere enseñar lo plástico y artistas que son estos directores europeos (aunque sean chinos con dinero francés)

Segundo elemento. La pornografía del drama. No me voy a extender mucho. En toda película europea que se precie hay una tragedia tipo: niña de los suburbios maltratado por sus padres acaba atropellada por vehículo de segunda mano conducido por un triste empleado de banca borracho porque su mujer -en crisis exsitencial- se acaba de largar con el peluquero mariquita a un viaje espiritual por india cuyo avión se ha estrellado en el mar negro. Entonces es cuando viene la orgía: cuatro minutos de la abuela de la niña rompiendo trastos, chillando, desgarrando sus cuerdas vocales, imprimiendo puñetazos al suelo, patadas al cubo de basura, deformando su rostro contorsionando cada músculo facial (y mil maneras más). Muchas veces me pregunto por qué no arrancan las cortinas ya que están, se enrrolla en ellas cual flamenquín y se prenden fuego a lo bonzo. Pero claro, el fuego es cine es caro, y el cine europeo ha de utilizar herramientas más imaginativas, por lo que pegar patadas al cubo de basura es mucho más económico. Esta sólo es una situación probable, hay muchas otras, tantas como películas europeas con tragedia de por medio, que eso es casi decir la mitad de ellas.

El tercer elemento... puff... si soy sincero no recuerdo cuál es. Tendré que preguntar a alguno de mis infames compañeros de Cineclub para que me informen de qué tercera parida vislumbré como constitutiva del Cine Europeo.

Además, hoy sábado día 11 dentro de diez minutos (es decir, a las tres menos cuarto) nos vamos a Sevilla al último día del festival, creo que hemos quedado con una peli de Bela Tarr basada en una novela de Simenón, en blanco y negro. También vamos a ver otras, donde habrá más carreteras y más abuelas desgarrándose durante cinco minutos, además de..., además de... bah!!! No puedo, no consigo acordarme de ese tercer elemento. Qué se le va a hacer, espero que la memoria de mis insignes compañeros sea capaz de sacarme de éste entuerto.

Ta luego a todos.

Calvanki.

2 comentarios:

  1. añado algunas más del cine en general, no sólo europeo: tíos masturbándose, vomitonas en el váter, vomitonas después de una noticia triste, estallidos de furia tirando cosas de las mesas...

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  2. Me ha llamado la atención la cantidad de películas con niños. Aunque a la vista del palmarés tenemos que concluir que ver veintitantas pelis de entre cientociencuenta no es un porcentaje significativo, porque de las premiadas no hemos visto ni una, miento, una de la que nos salimos, jejeje... qué os perece el percal?

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