jueves, 31 de enero de 2008

A propósito de Haneke

Como ya he dicho en el blog del amigo de Mariano, lo más (o lo único) interesante que dice el director austriaco es eso de devolver la responsabilidad al espectador, cuestión en la que estoy a favor. Cierto es que ahora el cine se empeña en resolver todas las preguntas que se plantean en las películas, es el formato de guión propio de una industria que necesita ser directa e inteligible para subsistir (imaginaos una fábrica de salchichas que fabricase las latas en forma de esfera... es algo parecido a esa pesadilla ya anticuada de desenvolver un disco compacto). No obstante, casos como el de Haneke no son tampoco la propuesta que equilibran la balanza. En toda la entrevista apenas se habla de cine, de lenguaje cinematográfico, pero sí de personajes e influencias sociales. Haneke, como muchos otros, hace cine pero no es un cineasta; que yo tenga una cámara no me convierte en director de cine. El cine, por supuesto, es una plataforma ideal para representar el mundo y generar cuestiones acerca del hombre y la vida, pero hay que hacerlo según unas normas establecidas casi desde que los Lumiere capturaron para la eternidad la llegada de un tren a una estación. El problema es que Haneke, seguramente sin ser consciente de ello dadas sus ínfulas de autor (da gustito que te tilden de provocador), no consigue expresar en imágenes, es decir, de forma cinematográfica, eso que cuenta en las entrevistas, y tiene la poca vergüenza de escurrir el bulto resguardándose en el manoseado "me niego a explicar el sentido de mis películas". Un autor, un cineasta, ante todo, debe ser honesto con el espectador, ser explícito en la forma, quizá, permitiéndose ser hermético o ambiguo en el fondo (lo que no anda muy lejos de la poesía). Lo que digo es que está muy bien eso de ir por la vida de intelectual y hablar de la burguesía (qué aburrimiento) como si estuviéramos escuchando a Marx... ¡hay que hacer cine, osti! ¿Cuándo quedamos para ver Cyclo?

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