viernes, 12 de septiembre de 2008

2x1, oferta especial, pack de cine español


Lo mejor de Una palabra tuya se concentra en esta imagen. Malena Alterio, una de esas secundarias imprescindibles -lo que no quiere decir que no pueda afrontar papeles protagonistas- de las que el cine español no siempre ha gozado, y Esperanza Pedreño, cuya construcción del personaje de Mari Carmen Cañizares en la serie televisiva Cámera café no tiene precio y del que toma algunos retales para el personaje de Milagros. Bien poco se puede decir de este costumbrista y algo lúgubre cuento con final feliz. Acaso se le podría reprochar más de un bache en la estructura del guión, especialmente hacia el final, la confusa inserción de una secuencia donde no debería (pues hasta ese momento todo sigue un curso lineal) y, como siempre, alguna frase de esas que "se compran en el Carrefour" (maldito doblaje). Por lo demás, lo de siempre, una película de gente sentada hablando de lo mala que es la vida, puf... bueno, tampoco es tan así... ¿lo ven?, tibieza, todo tibieza, ¡qué dulce mediocridad!, qué fácil de olvidar.


Esta es una montaña de estiércol audiovisual, Carlitos y el campo de los sueños. Pareciera que ni hubiese director (un tal Jesús del Cerro), o que fuese uno de los infames niños que pululan delante de una cámara que apenas se mueve del primer al medio plano y vuelta a empezar, sin contar con los repugnantes planos-contraplanos cual adoquines que el director nos tira a la cabeza, en los que rechina como piara de cerdos la discontinuidad propia del rodaje. Salvo Josep María Pou, que seguramente decidió hacer la guerra por su cuenta ante tanto despropósito, el resto de actores e infantería dan bastante pena, por malos o por desanimados, y se convierten en caricaturas tristonas que balbucean palabras sin imprimirles ningún ritmo, ningún entusiasmo, ninguna energía a esta tv movie insoportablemente edulcorada, convencional y aburrida. Por otra parte, parece mentira que nadie en este país haya conseguido rodar un partido de fútbol con un mínimo de sentido común. Lo mejor, es decir, lo único que merece la pena, y estoy siendo muy generoso, son las dos tonterías que hace el chavalín de la foto y un plano del interior de las gradas del Carlos Tartiere. Todo lo demás, a la basura... o a la tele, que es lo mismo.

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