jueves, 30 de octubre de 2008

Reflejos, de Alexandre Aja


Tal como revela la imagen, el director de este producto parece buscar en el guión la respuesta a las preguntas que los actores le han formulado. Y no parece que lo tenga muy claro. Yo tampoco. Reflejos (es mejor el título original; Mirrors -espejos-) es una bonita idea corrompida y desnaturalizada por una carencia vergonzosa de lógica interna en su desarrollo. Si la hubiere, Aja ha hecho lo imposible por sustraerla al espectador, o es más torpe que un cochino amarrado por el rabo y no ha sabido expresarla. Entre trallazo y trallazo de la banda sonora para provocar el susto uno empieza a acumular preguntas sobre lo que está pasando, por qué pasa, quién hace que pase, por qué quiere que pase... hasta llegar a un punto final que, esta vez sí, es coherente con la historia pero que, merced a un detalle nimio, una cuestión de perspectiva especular para explicar que Kiefer Sutherland traspasa el espejo, se comete una nueva torpeza y se estropea. A Aja le ha interesado más lucirse con los efectos especiales, el montaje ruidoso y el detalle escabroso que contar (contar -relatar, narrar de forma inteligible- es la palabra clave, amigos míos) la inquietante, terrorífica y potente historia que pudo haber sido y no es. Eso sí, hay que reconocer a Reflejos la muy acertada y sorprendente inclusión de un arreglo de la pieza Asturias, de Albéniz, en el repertorio de la película, algo han hecho bien.

lunes, 27 de octubre de 2008

Sangre de mayo, de José Luis Garci


Por la participación en la producción de Telemadrid sospecho que las dos horas y media de duración de este "libro de texto con ilustraciones" sobre los acontecimientos del 2 de mayo de 1808 se convertirá en una entrega doble en la emisora de la capital nacional. Pues que lo disfruten, porque a los espectadores que no somos de la ciudad capitalina nos importan y nos aportan muy poco, por no decir nada, las constantes referencias a lugares de la ciudad madrileña o los giros lingüísticos y vocablos que por aquel entonces se usaren por esos lares. Más nos habría interesado que la "película" fuera algo digno de llamarse así; una historia de ficción, con todas las correcciones históricas que usted quiera, pero con personajes bien delineados, con un director que supiera dirigir tanto a los actores como a los figurantes (rediós, las escenas de masas, qué despropósito) y sobre todo un mínimo de sentido narrativo, cinematográfico especialmente. Por desgracia, lo que más le ha interesado al director y al guionista, euros por medio, es retratar con una precisión bastante miope (los decorados son de risa) una ciudad que ahora se ha convertido en un barrio de Quito.... esto... que ahora se ha convertido en una gran ciudad, a juzgar por el entusiasta epílogo de la película que por su provincianismo y ridiculez bananera nos remite a las encendidas y patrióticas diatribas de un tal Franco, un imbécil que murió en Madrid, por supuesto, hace siglos.

viernes, 24 de octubre de 2008

Death race, de Paul W. S. Anderson

Ver esta película es un privilegio. Y todos los que quieren formar parte del cine deberían hacer lo mismo, ya sea con Death race como con cualquiera de su calaña, porque es un privilegio que una película así consiga hacerte ver las cosas tan claras. No es que Death race no sea cine, que no lo es contestando a nuestro visitante Major Tom, es que es anticine. Sentado en la butaca, estupefacto (y muerto de risa) por lo que veía, iba inscribiendo en mi memoria las palabras que ahora traslado al texto escrito. El cine, entre otras muchas cosas, es un idioma, un lenguaje basado en la imagen y el sonido, aunque personalmente prefiero pensar que el sonido tiene poco que ver (el cine nació mudo y durante un par de décadas no necesitó hablar). Death race no es cine, es anticine: ocurre que estas películas (torpes, incoherentes, ininteligibles, ridículas, vergonzosas, nulas, ínfimas, miserables, brutas, para idiotas en definitiva) se basan en un lenguaje en aparencia cinematográfico, pero que es todo lo contrario. Ocurre en estas películas que el montaje "picadito" y la duración brevísima de cada plano impide la lectura de los mismos y aniquila la transmisión de información, característica fundamental de todo lenguaje. Así, uno se pierde en el espacio, no sabe qué ocurre, se confunde en una mezcla apabullante de imágenes ametralladas y ruidos amplificados. De esta forma, estas películas tienen que recurrir a la palabra oral para explicar qué demonios ocurre, para expresar lo que la planificación y el montaje CINEMATOGRÁFICOS deberían expresar en vez de esa colección de frases típicas, tópicos encadenados, estupides y ridiculeces hilarantes de la pena que dan, volviéndose así contra la propia naturaleza del cine, del lenguaje audiovisual.


¿Cuántas cámaras hacen falta para hacer una película digna de considerarse cine?, por lo visto, bastante más de la que necesitó el tal Anderson.

Tan ridículas llegan a ser algunas partes de esta forma de no-hacer cine que, en un alarde de involuntaria comedia, los montadores de sonido dejan oír cómo una pierna es triturada por unas cuchillas en medio del estruendo de la carrera de coches (es como si en Ben Hur se les hubiera ocurrido insertar, entre el ruido de los cascos de los caballos, la sutil quiebra de los huesos de Messala... para mearse). Al final de los créditos de la película se advierte a los espectadores (lo triste es que parece necesario hacerlo) de que las carreras se han filmado con especialistas que sabían lo que hacían con el volante en las manos, no vaya a ser que a algún tontaína de estos aficionados al perifollo ridículo de la parte más preciada de su anatomía (en compensación por la parte menos usada) les dé por montarse una carrerita entre Torreblanca y Nervión... para volver a mearse.

los estrenos de la semana

El cuerno de la abundancia
El gurú del buen rollo
El nido vacío
High school musical 3
Los años desnudos
Noches de tormenta
Transsiberian
La vida en rojo

Y además ya tenemos la programación del Sevilla Festival de Cine Europeo... noviembre ¡mola!

viernes, 17 de octubre de 2008

los estrenos de la semana

Camino
Corredor de fondo
Diario de una ninfómana
El abogado del terror
El reino prohibido
Max Payne
The women
Rh+, el vampiro de Sevilla
Encuentros en el fin del mundo
Questa notte è ancora nostra

El otro día reparé en ello: ¿cuánto ha durado Tiro en la cabeza en la cartelera hispalense? Haciendo un chiste fácil, la película de Jaime Pedante, quiero decir Rosales, es un verdadero tiro en la cabeza de su carrera, ¿no?

jueves, 16 de octubre de 2008

Esto, desde luego, no es cine


Cuando una película recibe la atención masiva que ha recibido El niño del pijama a rayas mi predisposición es casi siempre negativa, lo reconozco; afilo los colmillos y me siento en la butaca como una pantera entre los arbustos, esperando a saltar sobre la presa al menor descuido, pero es que El niño del pijama a rayas se merece que la despedace con toda la razón. No es una mala película, desde luego, y hasta tiene un par de planos interesantes y una de las mejores frases que he oído en mucho tiempo en el cine por su capacidad definitoria de un personaje y por su precisión informativa sin perder naturalidad; "huelen aún peor cuando se les quema", línea de diálogo que desvela la veta más interesante y por desgracia menos explotada de la historia, es decir, la relación entre la mujer del comandante del campo de exterminio y este; hasta qué punto el ciudadano alemán era consciente de lo que estaba pasando; cómo podía hacer oídos sordos y cómo podían mirarse a los ojos unos y otros. Por pura casualidad, el día anterior estuve viendo La zona gris, una visión del exterminio industrializado más exacta y verosímil que esta sentimentaloide (clembuterol a cascoporro, que diría mi amigo Gonzalo) y ñoña producción televisiva de la BBC, cuyo guión está repleto de trampas, engaños y giros forzados para lograr la complacencia de un público ávido de sentirse compasivo. El niño del pijama a rayas se une a fantasías pueriles como La vida es bella para contarnos el llamado holocausto de la peor forma posible, es decir, trivializando lo que para más de seis millones de personas, según los cálculos convencionales, fue algo de lo que ninguno de nosotros podremos hacernos la más mínima idea salvo que corramos la misma suerte que aquellos desgraciados. Al niño alemán, por cierto, lo gasean junto al del pijama al final de la película (porque al escritor y al guionista, que una vez más toman al espectador por imbécil, se les ha puesto en las narices).


Después de haber visto Wall-e no podía dejar pasar la oportunidad de echarle el ojo a esta muestra de la animación española, con la ingenua intención de comprobar el estado de salud de la misma. Pero comparar Wall-e con Espíritu del bosque es como comparar a Bach con El canto del loco, a Laudrup con Prosinecki, la Pepsi con la Coca-cola, en fin, es cometer una barbaridad peor que la de echarle azúcar a la mayonesa. Que un carpintero sepa construir un velero no quiere decir que lo sepa pilotar, y aquí se concentran los interminables defectos de este excremento; hacer animación no es sólo hacer animación. Y menuda animación: hace diez años, en los especiales sobre infografía de Metrópolis, se podían ver piezas de un minuto mejor hechas que Espíritu del bosque, una aburrida y estúpida gilipollez. No tiene guión, no tiene planificación, no tiene gracia, no tiene sentido, no tiene belleza, no tiene una miserable pizca de originalidad, es lo peor del mundo.

martes, 14 de octubre de 2008

Una pequeña licencia


Dedicado a los que hayan iniciado la temporada radiofónica de Cineclub con nosotros y además hayan tenido el delicioso privilegio de escuchar la cuña que nos anuncia en Radio Guadaíra, pero sobre todo y especialmente, con cariño, admiración y hasta un poco de envidia a nuestros intrépidos cinéfilos viajeros. Buen viaje y los mejores deseos de los que nos quedamos en el terruño.

lunes, 13 de octubre de 2008

los estrenos de la semana

Happy: Un cuento sobre la felicidad

La conspiración del pánico

Quemar después de leer

Santos

Sexykiller

Tres mujeres y un plan

Una conejita en el campus

Parece que no puede uno irse un par de días por ahí porque se viene el mundo abajo y nadie se ocupa de esta sección... en fin. Repasando los comentarios de entradas anteriores (porque uno hace estas cosas, al menos con las entradas recientes), veo que Major Tom ha propuesto una interesante pregunta que traslado con sumo gusto para que sirva de objeto de reflexión y debate. Mientras me pienso mi respuesta, me voy a comer una tortilla (a la francesa, sin rencores).

miércoles, 8 de octubre de 2008



Además de cine, este foro puede nutrirse de otras formas audiovisuales. Esta es una tímida incursión.

martes, 7 de octubre de 2008

un escritor escribe (Roma)... aunque a veces demasiado

Star Trek no me entusiasma nada, ni las películas ni mucho menos la serie. Está claro que prefiero La guerra de las galaxias. Pero no quiero poner en evidencia a los trekkies (término curiosamente parecido al anglicismo friki), sólo mostrar lo difícil que puede ser escribir un guión, incluso filmarlo, sobre todo cuando uno se repite:



o hace variaciones de la misma frase, como en un ejercicio de aprendizaje de idiomas; "rellene el espacio en blanco con la palabra adecuada, I'm a doctor, not a _ _ _":



y lo mejor, no por cómico (más bien por ridículamente humano), cuando a uno se le ocurren cosas tan trepidantes: