jueves, 27 de noviembre de 2008

Bella, de Alejandro Gómez Monteverde


Monteverde, debe ser por su origen mejicano, sigue la estela dramática (en el sentido más superficial de la palabra) de su compatriota Iñárritu, por ejemplo, y nos suelta esta tragedia a mayor gloria de la alianza de civlizaciones, ejem. En realidad no está mal, cierto que hay dos o tres escenas, especialmente los flash (backs y forward, este incomprensile e inoportuno), que molestan un poco... o mucho, pero se deja ver si uno se siente generoso. No obstante, mi único deleite con Bella es pensar en lo mal que lo habrán pasado los mercenarios del doblaje, esos impostores, con una película hablada a partes iguales en inglés y español. Estoy por tragármela doblada (hey... me ha salido sin querer) sólo para quedarme a gusto ante semejante ridiculez. Mientras la veía pensaba ¿por qué todo ha de hacerse tan dramático?; si sustraemos al público la subtrama a base de recuerdos del protagonista (que vuelvo a repetir, NO es mi hermano) la película quedaría igual, aunque eso sí, más corta, y claro, a eso lo llamaríamos cor-to-me-tra-je. En fin.

2 comentarios:

  1. Tenga usted cuidado con lo que se traga doblado.
    No un cortometraje, pero creo que Bella hubiera quedado mejor sin el pasado de él, no lo necesitamos.
    Un saludo.

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  2. Cierto, y es que, cuando algo no aporta nada, lo mejor es deshacerse de ello.

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