martes, 17 de febrero de 2009

La clase, de Laurent Cantet


En una suerte de endogamia mediática, es el propio autor del libro en el que se basa esta docu-ficción quien interpreta al profesor protagonista. La estructura narrativa se divide en lo interesante, la primera parte, y lo no interesante, la segunda parte, de un aspecto más dramático en términos interpretativos y guionísticos. La parte interesante, la que se desarrolla dentro del aula y tiene un acabado más cinema verité (aunque la imagen ilustrativa lo desmiente, naturalmente, no olvidemos que son franchutes), expone la situación, más o menos real o realista, de un instituto francés, y por extensión, del estado educativo en general; hasta qué punto equiparable al sistema educativo español los iniciados lo dirán. Cabe destacar como elemento notable (no particular del Estado Francés) la mixtura racial de la clase, cuya importancia queda patente en las interrelaciones de los alumnos y que podrían generar una apetitosa investigación en las aulas del Estado Español. Interesante a veces, curiosa otras, es como digo en la segunda parte cuando se desmorona definitivamente. No obstante, deja en el aire una propuesta de debate ciertamente inquietante, más allá incluso de la sempiterna discusión sobre cómo educar a los adolescentes, cuando, al final del curso, una de las alumnas declara que no ha aprendido nada en 9 meses y el profesor no atina a replicar con convicción.

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