martes, 31 de marzo de 2009

¿Por qué los buenos doblajes consiguen traspasar el mero hecho de contarnos una historia en nuestro idioma y se convierten en un deleite para nuestros oídos?... Después de vomitar vuelvo a sentarme a escribir, ¡tiene narices! Por casualidad (una casualidad que concierne al fotolog de nuestra afroamericana) me encuentro con la guarida de estos individuos despreciables. A las muchas faltas e ignominias del doblaje hay que añadir, además, que los dobladores, especialmente los catalanes, empiezan a confundir los idiomas, de ahí que eso de sacarse la chaqueta en vez de quitársela haya empezado a calar en la comunicación coloquial. En The visitor, por ejemplo, usan vendré en vez de iré, particularidad propia de los paises catalanes, que lo diga el Coque si es mentira. Ahí va un merecido homenaje a estos artistas de la impostura.




¡Y el nota pide que se les reconozca como actores!... Un actor de verdad se sube a un escenario y se enfrenta al público, DA LA CARA, no se oculta de la forma vil en que lo hacen los traidores ni se apropia del trabajo ajeno.
En fin, a ver si se quedan afónicos...

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