sábado, 25 de abril de 2009

Déjame entrar, de Tomas Alfredson


Låt den rätte komma in (no me resisto a poner el título original) es otro ejemplo de "podría ser pero no". Y es que la película es muy interesante durante la primera parte, pero deja de serlo en la segunda. En la primera parte Alfredson nos plantea la misteriosa historia de un asesino más bien torpe, y por otro lado la de Oskar, un muchacho de 12 años que conoce a quien, tal como se presenta el personaje de Eli, bien podría ser un fantasma: atención a la forma en la que Eli "se deja caer" del castillo tubular. En este primer sector la narración de Alfredson, o del guionista, John Ajvide Lindqvist, también autor de la novela en la que se basa la película, es original, distinta a lo que convencionalmente podría esperarse, salvo pequeños deslices que de momento le perdonamos, y nos sumergimos casi con entusiasmo cinematográfico (por fin) en una historia de amor y misterio ingeniosa y extraña. Pero ocurre que, en el segundo sector, justo a partir del ataque de Eli a la "rubia", el material narrativo parece agotarse y el director o el guionista capitulan ante las convenciones típicas del género. Truculencia, bifurcación del punto de vista, forzamiento de las situaciones, recurso descarado de los efectos musicales y sonoros para subrayar las acciones, en fin, la "receta" hollywoodiense. Y es una lástima, porque podría haber sido una muy interesante propuesta cinematográfica que destacara en el páramo creativo contemporáneo.

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