viernes, 29 de mayo de 2009

los estrenos de la semana

El milagro de Henry Poole
Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres
Notorious
Presencias extrañas
Radio encubierta
La mala
Mejor no pensar

La curiosidad de esta semana se refiere al cambio que se ha producido en los últimos años en los sectores artesanos del cine. Aquí aparece George Lucas en dos momentos separados por 22 años en los que la marquetería ha dado paso a la informática.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Vamos a la luna, de Ben Stassen


Que en España se estrene una película de animación belga sólo puede suceder si esta, más que belga, parece estadounidense, y esta no es que lo parezca, es que quiero serlo más que cualquiera de Pixar, menudo tufillo faldero desprende la cosa. Y la cosa chirría por la incapacidad de los autores de desmarcarse de las convenciones estéticas del cine de animación yanqui. Pero al fin y al cabo es una película belga, así que, por mucho que quiera parecerse a Toy story o Bolt, los diseños son hasta desagradables y, lo que es peor, hay tanto ingenio en ella como azúcar en un metro cúbico del Mar Muerto. Y los padres llevan a los niños a verla... entre esto y llevarles al Rocío, lo mismo da, les van a salir imbéciles de todas formas...

domingo, 24 de mayo de 2009

El triunfo de la voluntad

Cuando alguien quiere hacer una película la hace, y nada ni nadie se lo puede impedir. Por ejemplo, este miércoles, dentro de la IV Muestra del Audiovisual Andaluz, se proyectó Próxima, de Carlos Atanes, un ejemplo de este cine "mochilero" sin medios, sin dinero pero con mucha fe y voluntad. Según el productor de Próxima, que además actúa en la película, nadie en España se ha interesado por ella, aunque no ha ocurrido lo mismo en otros países. Este cine está "condenado" a los circuitos alternativos, a los certámenes menores, pero lo importante es que la película está ahí, y, a pesar de todo, hasta tiene algunas escenas de cierta calidad visual.
Con una calidad técnica mejor, pero aún así moviéndose en las órbitas más perimetrales de la industria cinematográfica, el cine de Pablo LLorca es otro de esos ejemplos de "amor al arte".
El cine no es una cuestión de dinero, la distribución y la exhibición sí, pero ahora, con una cámara y cuatro gatos entusiastas, cualquiera puede hacer una película... si es que quiere.


La cicatriz, de Pablo Llorca

sábado, 23 de mayo de 2009

Ángeles y demonios, de Ron Howard


El malo es Ewan McGregor. Inopinadamente, la película se hace interesante hasta que los guionistas deciden frenar en seco con la escena en la que Tom Hanks se limpia la sangre del cardenal asesinado en la Plaza de San Pedro. Hasta ese momento, las referencias histórico-artísticas a Bernini, Miguel Ángel, etc, sostenían sin esfuerzo el tontorrón juego de la oca (mi dueña dixit) que es la investigación contrarreloj de Ángeles y demonios. A partir de ahí asistimos a un tedioso thriller en el que la dificultad de las pesquisas es del tipo "siga la flecha" y las estupideces políticamente correctas campan a sus anchas y que necesita dos epílogos para culminar la historia (señor Koepp, quién le ha visto y quién le ve). Mención aparte merece esa otra estulticia que es el doblaje. Por mor de la "exactitud" hacia la diversidad nacional del Vaticano (guardas suizos, policía italiana, cardenales de todas partes) al director de doblaje no se le ocurre otra cosa que contratar a impostores "nativos" que den el acento correcto de cada país para cada personaje (Skarsgård hablando como un guiri austriaco, la doctora "buenorra" como una pizpireta ciudadana transalpina), excepto a Tom Hanks, quien habla como los de Valladolid. Para colmo, los planos dedicados a los corresponsales de la televisión ¡están subtitulados, el inglés incluso!, eso sí que es una paradoja y no la de los viajes en el tiempo.

viernes, 22 de mayo de 2009

jueves, 21 de mayo de 2009

Nunca es tarde para enamorarse, de Joel Hopkins


Lejos de la manufactura de producción en cadena del cine de Hollywood, esta comedia sentimental se deja ver con gusto y produce alguna que otra satisfacción (memorable la réplica del personaje de Thompson sobre la princesa occisa). Aunque en la estructura se incrusta una breve trama protagonizada por la madre de la Thompson (de su personaje) que se resuelve en los títulos de crédito, no hay momento de desperdicio y el divertimento sería placer de haber gozado la oportunidad de escuchar las voces de uno y otra, y no la de los impostores empalagosos que las sustituyen. ¿Sería esta causa de querella de la SGAE?; ¿no tienen los actores el derecho de propiedad intelectual sobre su voz, su herramienta de trabajo?

martes, 19 de mayo de 2009

Ponyo en el acantilado, de Hayao Miyazaki


Esperaba más de Miyazaki, pero sólo porque apenas confío ya en el cine de ficción y vuelvo los ojos hacia el cine de animación con la utópica idea de que "todo el monte sea Wall-e"... pero no. Miyazaki nos inunda otra vez con un despliegue de fantasía que apenas nos resulta ya original o fascinante, de forma que, en esta ocasión, nos ahoga en una abundancia sin orden narrativo, aparatosa y difícilmente potable para los niños y mucho menos para los adultos. Un argumento farragoso, una historia confusa, un guión "de prospecto" y la asunción de las convenciones hollywoodienses (hay que matar al músico) son demasiado peso para un barquito tan endeble.

viernes, 15 de mayo de 2009

los estrenos de la semana

Ángeles y demonios
Carmo
El albergue rojo
Fighting: puños de asfalto
Winky y el caballo mágico
Cosas insignificantes
La posibilidad de una isla

Por usar una expresión propia del baloncesto, las exhibidoras han hecho un "aclarado" a Tom Hanks para penetrar en la zona (de la cartelera) y machacar la canasta (de la taquilla). La curiosidad de esta semana es la siguiente imagen; ¿a qué película pertenecen las frases que aparecen en ella?


sábado, 9 de mayo de 2009

La sombra del poder, de Kevin Macdonald


Hay cosas que empiezan a molestarme mucho del cine. Me molesta sobre todo la mediocridad temática y creativa, pero en este caso, como en el de otras muchas películas, me molesta y me aburre que el director no sepa contar una historia sin recurrir una y otra vez al primer plano (¿cuántos primeros planos hay en Centauros del desierto?) y que el teléfono se convierta en un elemento que, cuando conviene, está fuera de cobertura o sin batería o es el camino más fácil y vulgar para hacer avanzar la narración. Últimamente además, para más inri, el buscador Google es la fuente principal (y parece que infalible, ¡ja!) para cualquier argumento de investigación, fomentando la ya de por sí perezosa comodidad de los guionistas (y quien dice guionista dice periodista o estudiante). El cine se ha vuelto vago y, como las papillas para los nenes, fácil de digerir sin necesidad de masticar. La verdad es que me siento como el judío aquel de Ben Hur que esperando la llegada de un mesías mientras pisotea el barro. Ay, señor (del cinematógrafo, por qué nos has abandonado).