jueves, 21 de mayo de 2009

Nunca es tarde para enamorarse, de Joel Hopkins


Lejos de la manufactura de producción en cadena del cine de Hollywood, esta comedia sentimental se deja ver con gusto y produce alguna que otra satisfacción (memorable la réplica del personaje de Thompson sobre la princesa occisa). Aunque en la estructura se incrusta una breve trama protagonizada por la madre de la Thompson (de su personaje) que se resuelve en los títulos de crédito, no hay momento de desperdicio y el divertimento sería placer de haber gozado la oportunidad de escuchar las voces de uno y otra, y no la de los impostores empalagosos que las sustituyen. ¿Sería esta causa de querella de la SGAE?; ¿no tienen los actores el derecho de propiedad intelectual sobre su voz, su herramienta de trabajo?

2 comentarios:

  1. critica pobre, triste , a la ves que limitada en lo oceaniaco.

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  2. pues a mi me parece que está bien, sobre todo la pullita final

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