lunes, 13 de julio de 2009

Tres días con la familia, de Mar Coll


Difícil se me hace hablar de una película que ha co-escrito una compañera de clase. Pero, cuando estábamos en la escuela practicábamos este ejercicio de "crítica directa" al leer en clase, ante los demás, nuestros trabajos, así que me retrotraigo a aquellos dorados tiempos de aprendizaje y haré algunas observaciones. En cuanto al guión se podría decir que, aparte de que está escrito de forma impecable -pocas veces se oye en el cine español a los actores pronunciar diálogos con tal naturalidad y a veces ingenio-, una vez planteada la situación parece que la materia narrativa se sitúa en una inercia que no genera información nueva que estimule la atención del espectador. Y diría que se debe, desde mi inflexible opinión respecto a esto, a un "error" del guión que Coll y Viso habrán considerado opción; la multiplicación del punto de vista. La película se inicia con la incomparable Nausicaa Bonnín (en la imagen superior), y parece que es este el punto de vista que dominará la narración, pero llegado a un punto se bifurca, se dobla, se multiplica entre los demás personajes, debilitando, creo yo, la historia. A propósito de la planificación y la puesta en escena parece evidente que nos encontramos ante una ópera prima debido, sobre todo en las escenas en el tanatorio, a cierto "aire" a práctica escolar. Por lo demás, como digo, es una digna muestra de cine español y me siento obligado a recomendarla por razones ya expuestas en un artículo anterior (que no anulan ni contradicen las publicadas en este).


Esta imagen de Mar Coll de la noche del pre-estreno en el cine Alameda me viene como anillo al dedo para comentar alguna cuestión que surgió durante el coloquio posterior a la proyección con el productor de Tres días con la familia. En la "casta" de los productores cinematográficos de España existe la consigna común de la debilidad del cine español, que, consecuentemente, les empuja a emprender un reducido abanico de proyectos (la fotografía pretende escenificar esta afirmación); normalmente películas de pocos personajes, pocas localizaciones e historias "intimistas", como si, en un alarde de superioridad intelectual, el cine español tuviera la obligación moral de hablar de cuestiones humanas y el americano de andarse por las ramas del espectáculo y la diversión sin más. Un ejemplo de esta actitud pedante es Jaime Rosales, que no deja de hablar de la trascendencia del arte y del cine... contestándole ahora a un comentario que hizo en las jornadas de la Universidad Complutense, comparemos la trascendencia que todavía tiene La guerra de la galaxias 30 años después de su estreno con la que tenga La soledad en el mismo lapso de tiempo. Volviendo a la cuestión de este artículo, proponer por tanto un guión, por ejemplo, de ciencia ficción o de aventuras como Master and commander, inmediatamente colapsa los sentidos del productor español que se cierra en sí mismo como una tortuga amparado en su coraza de excusas, cobardía creativa e incompetencia financiera. No es que el cine español no pueda competir con el americano, es que simplemente es incapaz por desidia y cobardía de asumir y promover la creatividad de sus guionistas y de lanzarse a una empresa industrial que genere e implante un nuevo modo de hacer cine lejos del pesebre económico e ideológico (en todas las películas españolas ha de aparecer alguien leyendo El país) de las subvenciones. La película de dos individuos sentados en un sofá hablando de la decadencia moral de Occidente debería tener las mismas posibilidades que la película de dos tíos sentados en la carlinga de un caza cósmico persiguiendo naves alienígenas.

1 comentario:

  1. Suerte pa la niña.

    Me fio de vos... la apunto para verla cuando pueda.

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