martes, 28 de julio de 2009

V.O.S., de Cesc Gay


Entre lo peor de este ensayo sobre la estructura y la puesta en escena cinematográficas está el doblaje, que, al menos esta vez, lo realizan los propios actores; es la ventaja de ser bilingües. La decisión de Gay de usar como recurso narrativo el tránsito entre las escenas de "ficción" y las de "realidad", a veces la yuxtaposición incluso, lleva a cierta confusión al espectador cuando no, y me temo que es lo más probable, al agotamiento ante la actualización constante de las convenciones lingüísticas que plantea la película, una comedia mediocre, basada en una obra de teatro de Carol López quien confiesa sin complejos su inclinación por Woody Allen y que suscribe punto por punto todas las prácticas del neoyorquino, lo que, por desgracia, no supone ninguna mejora o toque de distinción.

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