martes, 29 de septiembre de 2009

lunes, 28 de septiembre de 2009

Mapa de los sonidos de Tokio, de Isabel Coixet


Una vez transcurren las escenas más interesantes, es decir, las dos o tres en las que la asesina a sueldo y su supuesta víctima se conocen, la película se vuelve no sólo predecible, lo que aniquila el interés del espectador, sino a veces inverosímil respecto al personaje de la asesina, quien muere (más bien se sacrifica), a manos del gregario del empresario que la contrata para eliminar a Sergi López en una escena cuyo aire tramposo bien habría admitido la firma de un Haggis o un Eastwood. Redondeando el cuadro, la Coixet incluye una escena de karaoke para no ser menos que la Coppola, pero intenta desmarcarse de la misma en el aspecto estético fotografiando Tokio durante la noche, imágenes que pueden favorecer cierto interés turístico pero que de ninguna forma salvan el tedio asiático que nos inocula la historia.

viernes, 25 de septiembre de 2009

jueves, 24 de septiembre de 2009

Frozen river, de Courtney Hunt


Convencional historia de género social cuya originalidad reside en la introducción, aunque de forma superficial, al mundo reservado (nunca mejor dicho) de los nativos americanos. Apenas concluye el primer rollo, de estructura fulgurante, concluye también el interés en la película pues ocurre todo lo que uno ha previsto (con facilidad, por otra parte), eso sí, de una forma más natural y menos dramática de lo que suele suceder en el cine estadounidense contemporáneo.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Qué les pasa a los hombres, de Ken Kwapis


Si nuestra pareja feliz de corresponsales londinenses no me desmienten (y después de haber echado un vistazo a las traducciones propuestas en otros paises) el título original podría ser "Él no está por ti", pero parece que eso no se iba a entender y, a la zaga de los franceses, se le ha "calzado" tan ingenioso epígrafe. Kwapis, un muchacho que viene de la televisión, ha hecho un programa televisivo con aromas de las películas románticas de los años 80 (con referencia explícita a Una maravilla con clase); gente sentada hablando de relaciones, todo en apabullantes, nocivos -qué viejuna está Rachel Green, digo la Aniston, y qué feúcha se está poniendo la Johansson- y cansinos primeros planos, como en un programa de testimonios de cualquier emisora a mediodía. Típica, convencional y ejemplar en al adiestramiento de parámetros sociales y sentimentales propios de una doctrina puritana y conservadora (lo que no deja de ser un simple detalle anecdótico, ay de nosotros si hubiéremos de hablar de cine en términos morales), lo que me viene de perilla para mencionar, más bien denunciar, la pobreza narrativa del cine contemporáneo estadounidense, afecto al "montaje en cadena" y a la "geometría cronológica" de sus guiones, en los que cada punto de giro, natural o no, inherente a la historia o no, está férreamente marcado. Observen:


He aquí a Jessica Biel y Nicholas Cage en Next, otra de esas películas "basadas" en un relato de Dick en el que no reconocemos nada del autor de El hombre en el castillo. En esta escena, la Biel, muy pacata, le dice al Cage que eso de dormir juntitos nanay, pero, oh maravillas del guión, basta que el sobrino de Coppola haga un chiste y que la moza le mire curiosona a través de la ventana para que se le reblandezca el corazon y a la mañana siguiente salga de la ducha, donde además de las legañas se ha dejado el cinturón de castidad -mental-, dispuesta a la cópula alegre y feroz. Así, amigos, se escribe un guión... ¡rediós!

martes, 22 de septiembre de 2009

Año uno, de Harold Ramis


Floja comedia, por no decir tediosa, que desaprovecha todas las oportunidades que ponen en bandeja los anacronismos del argumento y deja pasar los posibles juegos con las convenciones históricas. Ramis, que hizo muy buen papel de cazafantasma serio y le salió de chiripa el guión de Atrapado en el tiempo (lo que tampoco es mucho decir), es incapaz de imprimir energía a sus amiguetes, quienes, seguramente, serán más divertidos en los extras del dvd que en la propia película.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Cómo celebré el fin del mundo, de Catalin Mitulescu


Un guionista o un director deberían tener algo que contar y saber cómo contarlo. Ocurre en esta afrancesada (y por tanto tediosa) historia rumana producida en el 2006 que lo interesante por contar es tan breve que, para contarlo en una película y no en un cortometraje, el señor Mitulescu embute una sucesión de escenas sobre una muchacha, su hermano, su novio y sus vecinos durante los días previos a la caída de Ceausescu, cuya longitud lo mismo da que alcance la hora y media que las trescientas, pues nada significativo hay en ellas. Es al final, y sólo con el inserto de imágenes documentales, cuando uno abre los ojos y recupera una posición de atención a lo que sucede en la pantalla.

viernes, 18 de septiembre de 2009

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Expediente 39, de Christian Alvart


De nuevo, película tramposa. Y es que ya se me hacía extraña (por explícita) la presentación de los padres de la niña protagonista. El guionista, muy astuto, y el director, muy chachi, hacen que estos personajes parezcan malos malísimos al modo zafio y bruto de Eastwood, y apenas ha empezado la película los vemos intentar meter a la niña en el horno de la cocina... criaturita, con lo chica que es. A continuación son detenidos, pero, como digo, el guionista, que es un listo, mira para otro lado y nos hurta la confesión de los padres sobre la razón de su tentativa de homicidio, pues si lo hicieren, es decir, si Ray Wright fuera un guionista decente, no habría película o sería bien distinta (es decir, exigente con la capacidad creativa del autor). Así, una vez que ya es insostenible la sospecha sobre los padres y la película nos informa de que la niña es un auténtico demonio, esta cambia de actitud, sin más transiciones, pasando del celeste empalagoso al rojo sangre y amarillo chulería por las buenas. A tal falta de honestidad del guionista se le unen, además de los fáciles recursos del cine de terror actual (ya comentados en Arrástrame al infierno), las hilarantes incoherencia e inverosimilitud propias del cine fantástico, por las que la niña es capaz de atravesar una puerta cerrada a cal y canto, arrastrar sin transpirar una cama y todo mueble que se le ponga por delante y clavar en el suelo un destonillador hasta la empuñadura, pero, ay, esa poderosa fuerza diabólica no le es suficiente para salir del coche en el que, finalmente, parece ahogarse para descanso y consuelo de una mediocre Renée Zellweger. Aparte de las evidentes costuras con las que está malhecha la película, lo interesante es el lado metafórico de la historia, y es que, tal como puedo comprobar cada día gracias a la piara de niñatos endemoniados y dictatoriales de mi vecindario y sus histéricos y vulgares progenitores (quienes, da vergüenza reconocerlo, desconocen las prácticas y, visto lo visto, cada día más necesarias, aplicaciones de la industria del látex), la mayoría de estos pequeños Mussolinis merecen, más que el horno de la cocina, un buen Oswiecim, a ver si así se están quietos... un ratito.

cortometraje de la semana

Pero antes del corto "oficial", una curiosidad simpática... entre el minuto 8' 12'' y el 8' 22''.



lunes, 14 de septiembre de 2009

Anticristo, de Lars von Trier


El danés dedica la película a Tarkovski, y ya me parecía a mí que esos planos de árboles animados por poderosas ráfagas de viento debían mucho a El espejo, la pieza autobiográfica del ruso. La otra anécdota es que Trier, más que abandonar o renunciar al Dogma, simplemente ha hecho una película convencional. Tan convencional que puede llegar a aburrir. Aparte de algunos planos potentes y un prólogo enérgico, la película es una exhibición de tormentos que bien podría dejarnos indiferentes salvo por los dos o tres momentos, marca de la casa, que astutamente inserta el director para salvar una estructura monótona, alguno de los cuales recuerda, por ejemplo, a películas como La isla o incluso La ardilla roja, cuyo autor aún llora por las noches mientras se pregunta "por qué me has abandonado, Coque, por qué".

domingo, 13 de septiembre de 2009

Arrástrame al infierno, de Sam Raimi


... y en este tampoco se nota el cableado... así de idiota o simple es la película. Inscrita en el obsoleto y agotado género de terror actual, que ha degenerado en "películas de susto" gracias al viejo y vergonzoso recurso del trallazo sonoro (ahora en THX), el director, un inútil llamado Sam Raimi, desactiva la hilarante intención de hacer una película seria (en serio) al convertirla en una especie de tira cómica de dibujos animados gracias a unos efectos especiales y a una puesta en escena de risa. La incoherencia del guión y la chapuza general completan el eructo.

martes, 8 de septiembre de 2009

Gamer, de Mark Neveldine y Brian Taylor


Tan anticuadas como nos parecen ahora Desafío total o Perseguido, así quedará esta muestra del inagotable, insidioso y aburrido cine siderúrgico dentro de cinco años. Lo único que distingue a este ejemplo de producción audiovisual de cadena de montaje para niñatos es el inopinado número musical que aparece hacia el final de la película. Bruta, vacua, ruidosa, mal rodada pero montada de forma que no lo parezca, con un par de líneas de diálogo desternillante ("deja de menstruar y dime a qué has venido" -o algo así-) y un Butler que sigue dando mamporros en plan 300.

jueves, 3 de septiembre de 2009

los estrenos de la semana

Agallas
Río helado
Gamer
Hazme reír
La clienta
Qué les pasa a los hombres

Enroscado bajo las mantas, sin desayunar, pensaba dejarme ir hacia el reino de Hades entre delirios y recuerdos cinematográficos, abandonada toda esperanza... pero hete aquí que, pensándolo mejor, y después de encontrar este disparate, voy a por galletas del Beukelaer y dejo el drama para otro día. Cuenta la leyenda que esto se ha rodado sin el conocimiento de los responsables de la tienda, pero soy suspicaz al respecto.

Y este es el primero de una serie de cuatro.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

El año que mis padres se fueron de vacaciones, de Cao Hamburger


Definitivamente he perdido la fe. Uno se sienta desanimado en la sala, esperando, en el fondo, un rayo de luz... pero no; obsesión televisiva por el primer plano (¿cuántos rodó Ford?, si son más de cinco me hago una lobotomía), historias convencionales y manoseadas, apatía creativa, recursos fecales (ese flashback solitario cual "regalo canino" en la acera), incompetencia en la puesta en escena, mediocridad, tedio tedio tedio... Estoy harto y aburrido, exhausto, desesperado. No sé si más harto o más desesperado. El cine ha muerto, al fin. Sólo nos queda coleccionar lo que de bueno tuvo esta artesanía (denominar arte al cine es degradar y humillar al Arte -música, pintura, arquitectura y poesía-) como en un álbum de los que, hace mucho tiempo, fueron campeones del mundo (y hoy anuncian fármacos contra la impotencia... ay).

martes, 1 de septiembre de 2009

Enemigos públicos, de Michael Mann


...y apenas se nota que sobre Depp incide una iluminación exclusiva. Con este "sutil" estilo está confeccionada la decepcionante y tediosa película de Mann, un autor a quien, por lo visto, Colateral le salió de pura chiripa. ¿Por qué es aburrida?, ¿por qué es malo este ejercicio que bien podría haber grabado uno mismo con mi cámara? En numerosas ocasiones, por desgracia, he explicado las razones, y ahora viene el señor Punset y uno de sus últimos programas a corroborar mis teorías cinematográficas.