domingo, 20 de septiembre de 2009

Cómo celebré el fin del mundo, de Catalin Mitulescu


Un guionista o un director deberían tener algo que contar y saber cómo contarlo. Ocurre en esta afrancesada (y por tanto tediosa) historia rumana producida en el 2006 que lo interesante por contar es tan breve que, para contarlo en una película y no en un cortometraje, el señor Mitulescu embute una sucesión de escenas sobre una muchacha, su hermano, su novio y sus vecinos durante los días previos a la caída de Ceausescu, cuya longitud lo mismo da que alcance la hora y media que las trescientas, pues nada significativo hay en ellas. Es al final, y sólo con el inserto de imágenes documentales, cuando uno abre los ojos y recupera una posición de atención a lo que sucede en la pantalla.

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