lunes, 28 de septiembre de 2009

Mapa de los sonidos de Tokio, de Isabel Coixet


Una vez transcurren las escenas más interesantes, es decir, las dos o tres en las que la asesina a sueldo y su supuesta víctima se conocen, la película se vuelve no sólo predecible, lo que aniquila el interés del espectador, sino a veces inverosímil respecto al personaje de la asesina, quien muere (más bien se sacrifica), a manos del gregario del empresario que la contrata para eliminar a Sergi López en una escena cuyo aire tramposo bien habría admitido la firma de un Haggis o un Eastwood. Redondeando el cuadro, la Coixet incluye una escena de karaoke para no ser menos que la Coppola, pero intenta desmarcarse de la misma en el aspecto estético fotografiando Tokio durante la noche, imágenes que pueden favorecer cierto interés turístico pero que de ninguna forma salvan el tedio asiático que nos inocula la historia.

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