martes, 26 de enero de 2010

El cónsul de Sodoma, de Sigfrid Monleón


Catálogo repetitivo y redundante de la peripecia carnal de Gil de Biedma, tedioso durante largos tramos e interesante por breves momentos (como viajar por una carretera jalonada de túneles), parece unas veces atropellada en la estructura, otras obsoleta en su planificación, y constantemente dañada por la ineficacia rítmica, unos diálogos enciclopédicos y la inoportuna y aburrida manía de sus creadores de manifestar descaradamente su posición ideológica; enfermedades congénitas del cine español.

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