jueves, 21 de enero de 2010

Todos están bien, de Kirk Jones


Continuando la racha de cine gerontomorfo cometí el error de darle una oportunidad a esta píldora de, como diría Gonzalo, clembuterol a mansalva. Adaptación de una película italiana con Mastroianni al frente que no he visto (ni falta que hace, me temo), el director plantea un lacrimógeno recorrido por las carencias sentimentales de un viudo. Alguna que otra grosería en el aspecto de la planificación y el montaje y la obligación de llorar como energía impulsora son las gracias que adornan esta indecente tontería.

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