martes, 16 de marzo de 2010

La cinta blanca, de Michael Haneke


Se observan dos faltas en esta historia interminable; el primero, que lo mismo podría extenderse en la narración hasta la llegada al pueblo de un cargamento de ciborgs, de tan arbitraria que me parece la estructura, y el segundo, más grave, que el punto de vista se establece inicalmente en un narrador, el maestro del pueblo, quien nos cuenta sus recuerdos, pero Haneke se traiciona a sí mismo (y de paso nos engaña) y acaba multiplicando los puntos de vista. Así, en medio del sopor nos agrada la escena en la que el maestro le pide a la criada que le lleva un pez a su padre o cuando el niño de la imagen habla con su padre sobre el cuidado del pájaro. En cuanto al argumento esencial de los orígenes del nazismo está claro que, si se nos antoja, la película puede tratar de los antecedentes del nacimiento de Beckenbauer.

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