martes, 20 de abril de 2010

Cómo entrenar a tu dragón, de Dean DeBlois y Chris Sanders


Si la primera parte de Wall-e supone la cumbre cinematográfica de la animación (huelga añadir precisión o matiz alguno a esta afirmación), la película que nos ocupa establece el inicio del declive del género, marcando una nítida dirección hacia las convenciones narrativas más deplorables del cine de ficción contemporáneo. En la superficie brilla una historia entretenida, de impecable acabado técnico, con un par de momentos resplandecientes como el cierre de la historia con la "lesión especular" del niño protagonista a la del dragoncito, pero que contiene, tras su lustrosa fachada, vicios y torpezas ya advertidos en los productos comerciales que abarrotan nuestras salas. La sombra de Pixar es alargada, y aquí, Dreamworks, apenas acierta a cobijarse bajo ella en un plano descaradamente plagiado a Wall-e, y se acomoda en convenciones cinematográficas que ha tomado prestado de otras películas, despreciando "pequeños" detalles como la coherencia interna, el argumento, la capacidad metafórica y la construcción de personajes. Eso sí, el dragón de la especie "furia nocturna", es una preciosidad.

1 comentario:

  1. Wall-e, Wall-e, Wall-e...Quieres dejar de compararlo todo con Wall-e, es que no tiene nada que ver, y lo de la parejita volando por el cielo ya está muy visto, no creo que lo hayan plagiado de Wall-e ni mucho menos, eres injusto con Furia Nocturna porque es genial, ea.

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