jueves, 8 de abril de 2010

Tensión sexual no resuelta, de Miguel Ángel Lamata


Publicar las (innumerables) miserias de esta película conlleva, en compensación, una reacción compasiva que nos llevaría a ponderar erróneamente sus (escasas) bondades. Dejando aparte el apetitoso ejercicio de hincarle el colmillo a director, guionista, actores y hasta al sonidista, haré una breve y superficial reflexión sobre la paupérrima calidad del cine español de comedia. Incapaz incluso de alcanzar los niveles de las gamberradas que nos endosan los estadounidenses sobre supersalidos o juerguistas universitarios -obras maestras en comparación-, este cine español tiene un grave problema; su dependencia de la televisión. Tensión sexual no resuelta es un ejemplo nítido: de hecho, el título se refiere a un recurso de guión de comedia televisiva. Resolver la narración de una película sin ampliar el encuadre más allá del plano medio, ahogar el ritmo de las escenas al modo generoso y nada escrupuloso del montaje televisivo, dar licencia a los actores para "menearse" ante la cámara por incomparecencia -o, en este caso, además, por incompetencia- de un director digno de tal nombre (hay aquí más bien un realizador) o empotrar la presencia de figurines de la pequeña (e ínfima) pantalla son rasgos que se repiten en nuestras comedias una y otra vez, convirtiendo al cine español en un páramo de ideas muertas e imágenes putrefactas.

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