martes, 27 de julio de 2010

Air doll, de Hirokazu Kore Eda


Menos enérgica de lo que insinúa, hermética (cuando no confusa) la mayor parte del tiempo y afecta a los modos impresionistas o preciosistas en la fotografía de elementos vulgares esta no es la historia fantástica de una muñeca que cobra vida humana, sino la afirmación de la necesidad del hombre de rodearse de aparatos y objetos que le procuren comodidad y, como en la narrativamente definitiva (y me parece que involuntaria) escena de la chica solitaria y el teléfono de la locución automática, cierto grado de felicidad. Lejos del convencionalismo con el que Hollywood habría procesado un guión tan oscuro (aunque por momentos tópico) Kore Eda se interesa más en los deseos, los pensamientos o las ambiciones de los personajes que en sus acciones, construyendo un estudio sociológico de interés relativo antes que una película entretenida.

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