lunes, 23 de agosto de 2010

Toy story 3, de Lee Unkrich


Explotando -de nuevo- la fórmula del "rescate y vuelta a casa" de la primera parte, esta tercera y parece que última entrega no contiene nada de original, diríase incluso que es convencional, anodina y acaso le sobran un par de cosas. Sólo un visionado exhaustivo, con detenimiento, hará las delicias del aficionado fanático con detalles como la camiseta del basurero, que es la misma que llevara el niño sádico de Toy story. Pero, porque hay un pero, los rodeos y bifurcaciones narrativas, el flash back de Sonrisitas, la inverosímil e inteligible razón que los retiene en la guardería o el inoportuno aire mafioso de Lotso se disuelven en la memoria del espectador gracias a la astucia de los guionistas al plantear un final apoteósico. Y es que, todo eso, no es más que un divertimento, un trámite para llegar a donde de verdad nos quieren llevar los narradores; la conclusión. Una conclusión organizada en un final y un epílogo. La secuencia final se inicia por cierto con un homenaje (lo diremos así) a El retorno del jedi, cuando el bebé guardaespaldas, el personaje más interesante de la película, lanza al contenedor a Lotso, en una acción paralela a la de Darth Vader arrojando al vacío al emperador, redimiéndose así ante su vástago. Y lo mejor, sin duda, de este final y de toda la película es el momento en el que Woody y sus compañeros de aventuras, incapaces de huir de las llamas del vertedero de basura, toman conciencia de su final, y esperan la muerte agarrándose de las manos en una intensa escena propia de la mejor narrativa visual de Pixar (véase la magistral primera parte de Wall-e). Un momento de resignación que se hace grandioso en emoción y sentido por una escena previa -no sé si voluntaria por parte de los guionistas- en la que Woody intenta convencer a los demás de que llegará un día en el que los hijos de Andy jugarán con ellos, insinuando así la calidad inmortal de los juguetes. Esta idea amplifica, precisa y redondea la escena posterior en el crematorio del vertedero. El clímax de esta poderosa secuencia llega con el rescate a manos de los tres alienígenas, un auténtico alarde de guión. El epílogo, más propio de la sensiblería Disney, cierra sin embargo la trilogía con una escena emotiva sin necesidad de sacarte las lágrimas con un tenedor. Del doblaje, y de ese exabrupto que es la transformación de Lightyear, tendríamos que hablar con un abogado por medio.

sábado, 21 de agosto de 2010

cortometraje de la semana

Cabeza de perro parecía un título con la suficiente potencia como para que detrás de él hubiera una buena película. Por desgracia me equivoqué. No obstante, hubo un tiempo en que Amodeo hacía cosas interesantes, como este cortometraje, Bancos, en el que por cierto aparece una localización alcalareña.

viernes, 20 de agosto de 2010

los estrenos de la semana

Centurión
Como perros y gatos: La revancha de Kitty Galore
Mis tardes con Margueritte
Salt
La vida en tiempos de guerra

Este domingo por fin hay programa. En cuanto a la curiosidad de esta semana, he aquí un diagrama que refiere el número de víctimas de cada uno de esos "pesos pesados" de la interpretación en su filmografía. Los hay que se entretienen con cualquier cosa.

jueves, 19 de agosto de 2010

El silencio de Lorna, de Jean Pierre y Luc Dardenne


Una montaña de estiércol huele mejor. Estoy harto de artistas mesiánicos, guionistas tramposos y directores incompetentes. Estoy harto de ver la misma película de pobrecitos inmigrantes contadas por pijos parisinos.

martes, 17 de agosto de 2010

Noche y día, de James Mangold


Tan chapucera como la imagen superior. Y no porque se empeñen en hacer de Sevilla una ensalada de festividades propias y ajenas, sino porque hay un director y un guionista que se encargan de estropear la película con un bochornoso montaje a partir del cual no hay nada interesante o decente que ver o escuchar.

domingo, 15 de agosto de 2010

Las vidas posibles de Mr. Nobody, de Jaco van Dormael


Entre la nostalgia poética, aunque a mucha distancia, de Eternal sunshine of the spotless mind (me niego a reproducir el degradante título local) y la invención exótica de El milagro de P. Tinto, con toques de inverosimilitud de El curioso caso de Benjamin Button, Dormael construye una interminable historia de amor mejor contada en Dos vidas en un instante, por ejemplo. Si el experimento de la paloma que acompaña a los créditos iniciales despierta el interés y alimenta las expectativas, el obtuso final termina de exterminar cualquier ánimo favorable a tan colorista y endeble artefacto; y es que, una cosa muerta no ha de volver necesariamente a la vida por muy rápido que retrocedan las manecillas del reloj, ¿no les parece?

viernes, 13 de agosto de 2010

los estrenos de la semana

Jugada perfecta
Killers
Los mercenarios
Mi refugio
Phillip Morris, ¡te quiero!
Ella, una joven china

Adhiriéndonos al sentimiento religioso de este fin de semana por la Virgen del Águila, he aquí nuestra humilde aportación. En la imagen, cuyo autoría ignoramos, aparece Anna Paquin. Por cierto, este domingo tampoco hay programa.

viernes, 6 de agosto de 2010

los estrenos de la semana

Airbender: el último guerrero
Origen
Repo men
Zombis nazis

La semana pasada no hubo programa y este domingo no se emitirá. No obstante, los lectores habituales del blog (si los hubiere), habrán observado con aguda perspicacia que desde hace un mes disponen del registro electrónico del programa, aunque el último y el próximo se han realizado con medios domésticos. Una vez se resuelva el desorden en la emisora por las vacaciones volveremos a grabar Cineclub como Dios manda.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Shrek; felices para siempre, de Mike Mitchell


Agradeciendo a Capra los servicios prestados, los guionistas de la última aventura del ogro verde construyen un cuento con una insólita atención a la armonía estructural, menos humor del que se podría esperar y una impecable tibieza general. Ininteligible para los niños (por qué se empeña la gente en llevarlos al cine), lo mejor sin duda es la voz de Banderas, a través de la cual delinea magistralmente un personaje imprescindible.

lunes, 2 de agosto de 2010

Madres e hijas, de Rodrigo García


La narración es, entre otras cosas, la organización del tiempo, y el cine tiene recursos varios para ello. El narrador elige dónde empieza la historia y dónde termina, y sabe o debería saber cómo llegar de A a B sin pasar por los puntos intermedios echando mano de elipsis, cortes o simpáticos encadenados. Esta tediosa película, además de degradar los personajes masculinos a clichés, se empeña en contarnos no sólo el cogollo de una historia sino además aquello que es superfluo y que un narrador comprometido con su oficio/arte sabría eliminar si no le preocupase mucho más la (vana)gloria de erigirse en abanderado de no se sabe qué patética e hilarante causa.