domingo, 15 de agosto de 2010

Las vidas posibles de Mr. Nobody, de Jaco van Dormael


Entre la nostalgia poética, aunque a mucha distancia, de Eternal sunshine of the spotless mind (me niego a reproducir el degradante título local) y la invención exótica de El milagro de P. Tinto, con toques de inverosimilitud de El curioso caso de Benjamin Button, Dormael construye una interminable historia de amor mejor contada en Dos vidas en un instante, por ejemplo. Si el experimento de la paloma que acompaña a los créditos iniciales despierta el interés y alimenta las expectativas, el obtuso final termina de exterminar cualquier ánimo favorable a tan colorista y endeble artefacto; y es que, una cosa muerta no ha de volver necesariamente a la vida por muy rápido que retrocedan las manecillas del reloj, ¿no les parece?

1 comentario:

  1. Infinitamente de acuerdo. El prólogo con la paloma es muy prometedor, pero luego va decayendo sin fin.

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