martes, 23 de noviembre de 2010


Como en los viejos tiempos, vuelvo a engañar al tedio con interminables sesiones en el espacio cibernético. Hoy, por ejemplo, me he encontrado con una impresionante fotografía de Marina Vlady (a la derecha de la imagen) y me he acordado de Léa Seydoux. Las dos tienen en común haber protagonizado una versión de La princesa de Cleves -con cuarentayocho años de diferencia, ahí es nada-, y por lo que se ve, el director de la más reciente, La belle personne, no podía dejar de pensar en la más antigua. La reflexión cinematográfica subsiguiente emite dos afirmaciones: los cineastas franceses (de cualquier época) tienen un gusto exquisito y los cineastas actuales (de cualquier parte del mundo) no tienen ideas nuevas.

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