sábado, 27 de noviembre de 2010

Copia certificada, de Abbas Kiarostami


Con la indecencia propia de ciertos "autores", Kiarostami, un tahúr, construye una película a partir de una añagaza que termina por derrumbarse para rebelar un aburrido y vergonzoso desfile de clichés del más rancio corte. El fraude del que es víctima el espectador, gracias a un guión vergonzoso, merecería ser denunciado en un juzgado de guardia con el objeto de retirar de la circulación a bultos sospechosos de la ralea de este prestigioso incompetente, alegando además la caradura que destila el título de la película. Yo soy Rossellini y le parto la cara al iraní este.

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