martes, 2 de noviembre de 2010

Enterrado, de Rodrigo Cortés


El trabajo de un director de cine consiste, básicamente, en contestar a dos preguntas. Una, del director de fotografía: "¿dónde va la cámara?", y la otra, de los actores: "¿cómo lo hago?". Una vez resueltas, lo demás son cuestiones menores de las que el equipo de vestuario, producción o sonido puede encargarse perfectamente. En Buried el director pinta bien poco porque las preguntas se responden solas; da igual donde vaya la cámara pues sólo hay primeros planos y el actor tiene que estar, por este orden, confuso, mosqueado y resignado. Por tanto esta es una película de guión. Es el guionista el que se la juega, el que construye la estructura y el que define al personaje a través del diálogo, por lo que la figura del director es, si no inútil, irrelevante. Pero Cortés se subleva y, para dejar su sello de autor prometedor, se permite insertar dos o tres planos generales con musiquita de fondo emotiva, y sin embargo no sabe explicarnos cómo cambia de postura dentro del cajón el pobre protagonista -qué oportuna la luz con intermitencias al gusto del guionista-. En cuanto a la historia, uno podría sospechar que se trata de alguna clase de experimento psicológico del Pentágono pues, aparte de un confuso diálogo acerca del idioma del teléfono los supuestos secuestradores son de lo más generoso; les ha faltado dejarle al pobre muchacho una caja de herramientas (marca Acme, claro). Resulta que alguien está enterrado en una caja donde el oxígeno es inagotable, dispone de linterna, navaja, encendedor, lápiz y un teléfono de los caros con una cobertura caprichosa -¿podríamos llamar a esta cuestión una trampa del guión?... hum, no sé no sé...-, a una profundidad donde es posible oír a un muecín, un bombardeo, voces, y que no supone obstáculo alguno para que aparezca una serpiente, hala. Esperaremos al dvd para poder ver el último plano de la película, que aparece después de los créditos finales, y encontrarle sentido a esta broma.

2 comentarios:

  1. Tú estás muy mal, tío. ¿Que el trabajo de Cortés es irrelevante? Peliculón.

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  2. Por no hablar del punto de vista, que Cortés ignora con dos o tres planos generales, uno de los cuales convierte la caja en un túnel... tienes razón, no es irrelevante, ¡es incompetente!

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