lunes, 8 de noviembre de 2010

Sevilla Festival de Cine Europeo


Harisma, de Christina Ioakeimidi, es una historia de chico busca chica en la Atenas de hoy. Aparte de la incoherencia del personaje femenino principal hacia el final de la película y de cierta decadencia narrativa hacia convenciones de culebrón, esta simplona película griega nos remite en su final fantástico a la añorada Andalucía, de Alain Gomis, pero sin la coherencia (y mucho menos profundidad narrativa) que contenía.


La desaparición de Giulia, de Christoph Schaub, es como una película francesa pero en alemán de Suiza: todo el rato hablando, un larguísimo coloquio a propósito de la vejez contado a base de planos medios y primeros. Esta planificación estrecha y abusiva no es más que la consecuencia de la corrupción y decadencia del idioma cinematográfico que, como el latín, puede considerarse una lengua muerta. Esta plaga de películas atiborradas de planos tan cercanos no es más que la muestra indiscutible de la incapacidad de los "autores" de comunicarse por medio de imágenes, recurriendo a un formato de plano que irónicamente anula la imagen para dar preponderancia a la palabra.


Puesto que se trata de un documental, El viaje de Jane no debería figurar en esta crónica-crítica, pero no me resisto a hacer un comentario pues flaco favor parece hacerle a la popular estudiosa de los chimpancés, especialmente cuando la Jolie se pone estupenda y habla de la frustración que le causa el horror de Darfur. Y es que aparece la Goodall con su proyecto humanitario, Raices y brotes, como esa clase de hombre blanco paternalista y de buenas intenciones que repartiera panecillos a los negritos para tranquilidad de su conciencia y pasmo admirativo (y retributivo) de sus congéneres (blancos y anglosajones, of course), como si los monos y los negros le causaran la misma compasión y empatía. Antes que contestar a preguntas, el documental las plantea, situando a la Goodall en el disparadero de la hipocresía y la frivolidad.


Para rematar el cuadro Bad family, de Aleksi Salmenperä, de la que sin duda nuestra corresponsal en Helsinki nos daría jugosos detalles. A mí, humildemente, me ha parecido que, tal como se está desarrollando el festival, es de lo menos malo que hemos visto; aseada en la narración, atenta a los personajes, con alguna debilidad estructural y original en el planteamiento argumental. Y esto ya es suficiente.

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