martes, 1 de febrero de 2011

El discurso del rey, de Tom Hooper


La interpretación de personajes tullidos, tarados o lesionados siempre conmociona y emociona al espectador, ejemplos hay para detener un navío... pero el trabajo de Colin Firth me ha parecido no muy distinto del que hiciera para El diario de Bridget Jones, por ejemplo, dentro de esa circunspección británica propia de este actor. Así, todo lo demás en la película me parece igualmente soso, con algunos momentos potentes -como siempre, por obra y gracia de la fuerza fotogénica de la música-, pero inmerso en una especie de tibieza narrativa no obstante bien estructurada y de puesta en escena impecable. Poco se le puede reprochar, salvo, y esto no es responsabilidad de los autores sino un deseo personal frustrado, un desarrollo más profundo del contexto político a propósito del reto personal del monarca, toda vez que personajes del peso histórico de Churchill o Chamberlain aparecen alrededor de la figura de Jorge VI.

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