Lo que se presenta como una de esas vergonzosas estupideces que excreta el cine francés de vez en cuando termina convirtiéndose en una indagación, por desgracia sin energía, hondura o interés, en el ascenso político de una "mujer florero". Ozon se divierte más en la ambientación de una época que en la creación de personajes o en la construcción de una historia, resignando el resultado a una tediosa y por momentos empalagosa comedia ridícula.
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