domingo, 7 de agosto de 2011

Capitán América, de Joe Johnston


Mecachis, es ahora cuando me he dado cuenta de por qué, a pesar de tener la maquinaria de guerra más chula y sospechosamente futurista, perdieron la guerra los alemanes: no practicaban su puntería. En su afán de convertir todo tebeo viviente en película, la industria estadounidense nos endosa esta hamburguesa hilarante, ridícula por momentos, demente y pueril. Si acaso el principio tiene algo de interés, todo empieza a oler a pollo frito cuando el guión se convierte en "misión" o esquema de videojuego. He aquí una idea, ¿para cuándo un superhombre (nunca mejor dicho) del lado Nacionalsocialista?

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