sábado, 13 de agosto de 2011

El origen del planeta de los simios, de Rupert Wyatt

Los problemas de verosimilitud, especialmente aquellos que se refieren a la expresión de los chimpancés "de pura cepa", se dejan pasar por alto con algo de pereza porque al fin y al cabo la película es más o menos entretenida. Así, con algún altibajo de por medio, llegamos al clímax sin duda, un momento con el que los guionistas se lo han debido pasar bomba escribiéndolo, y en el que no sólo conectan esta precuela con la versión clásica de El planeta de los simios sino que dan un giro a la historia, por no decir que te hacen saltar del asiento, tal es el golpe de efecto -y el mérito de los guionistas de aquella-. A continuación la cosa se desmadra y vuelve a dar pereza ensañarse con cuestiones de coherencia interna y verosmilitud, así como, por decirlo de alguna manera, el rácor con la película clásica, pero para entonces el simio parlante ya está trepando a la secuoya y el desastre está desencadenado -como en Doce monos, ejem, debe ser cuestión de afinidad bestial-.

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