lunes, 26 de septiembre de 2011
La deuda, de John Madden
Tediosa y tramposa por partida doble, es decir, no sólo por desarrollar las escenas de la forma más burda e indecente al gusto y beneficio del guionista sino por reorganizar el material narrativo a la búsqueda del suspense y la inflación sentimental, también orientada por las malas artes del re-escritor. Remata el cuadro la habitual y consentida falsificación del doblaje, una lacra
hórrida que es al cine lo que el esparto a los medios profilácticos.
Igualmente tediosa y también tramposa, pero con exageración insolente, es la versión previa, Ha hov, de Assaf Bernstein. Se agradece no obstante un tratamiento más sobrio y austero, especialmente del asunto del holocausto.
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