sábado, 3 de septiembre de 2011

Vaqueros y alienígenas, de Jon Favreau


Dice la leyenda que bajo el suelo ibérico hay petróleo, pero en cantidades cuya explotación resultaría ruinosa. Imagínese pues el lector el presupuesto económico para atravesar la galaxia y extraer unas miserables toneladas de oro. Independientemente de lo estrafalaria (o directamente estúpida) que sea la idea de la que parte una película, uno debe atenerse a los elementos cinematográficos con los que se desarrolla, y aquí pinchamos en hueso. Favreau y su banda de guionistas se limitan a una narración convencional, es decir, regida por parámetros puramente pueriles, incluso chapuceros. Que Harrison Ford haga lo que hace en esta cosa y que hayan contratado a Olivia Wilde para hacer de alienígena bondadosa y abnegada y tengan la desfachatez de hurtarnos un simple plano frontal, el único que merecería la pena, cuando emerge de las llamas es una vergüenza. Como el resto de la película.

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