miércoles, 30 de noviembre de 2011

Anonymous, de Roland Emmerich


Pieza algo confusa y finalmente tediosa que vibra exclusivamente cuando Shakespeare, su teatro, entra en escena (nunca mejor dicho). En cuanto a la hipótesis propuesta, el guionista se las ingenia con solvencia para adecuar los hechos históricos a la verosimilitud de la misma. Lo importante, no obstante, es el trabajo del bardo, fuese un aristócrata o el fanfarrón que nos dibuja la película.

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