jueves, 10 de noviembre de 2011

Sevilla Festival de Cine Europeo




Elena, de Andréi Zviaguintsev, es una interesante película que sin embargo peca de sobrepeso estructural y un pulimentado más fino en la construcción de los personajes. En su haber declara una planificación solvente y, sobre todo, una banda sonora de breves pero poderosas ráfagas de la musica de Philip Glass.


A Giorgios Lanthimos, autor de la curiosa y estimulante Canino, parece habérsele acabado el cuento con Alpes, una rebuscada y por momentos ridícula historia cuya estructura sucumbe ante la levedad del material narrativo para rebajarse al simple registro del tedium vitae aderezado con perversiones y desquicios varios.


Siempre feliz, de Anne Sewitsky, es una comedia convencional que, como tal, se permite varias licencias para resultar en una película desigual y aparatosamente tramposa.


El monje, de Dominik Moll, "apesta" a cine almodovariano, no sólo por contener en su equipo creativo al músico de cabecera del manchego sino por las florituras narrativas que se permite. La historia es interesante pero acusa cierto agotamiento hacia el final, adornado con alguna que otra torpeza.


Rúnar Rúnarsson compone una deprimente historia en Volcán, tediosa historia sobre un jubilado empeñado en ocuparse de su esposa afectada por un derrame cerebral en los asombrosos paisajes islandeses (poco fotografiados en la película, por desgracia).


Cierra la jornada Muerte en Pince-nez o nuestro Chejov, de Anna Tchernakova, un vodevil sin importancia cinematográfica.

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