De ínfimo valor cinematográfico, nulo interés narrativo y ligero entretenimiento se puede calificar esta pieza próxima a los presupuestos estéticos de un anuncio de
aftershave. Y es que su autor está apenas dotado para la narración pero es ambicioso en sus configuraciones escenográficas, más acordes a los espacios operísticos. Dedíquese pues a la carpintería el muchacho.
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