sábado, 14 de enero de 2012

Apenas monográficos casi monotemáticos (I)


Las acacias, de Pablo Giorgelli, está rodada casi en su integridad en la cabina de un camión. A esta "cohibición" escénica se le une la austera interacción entre los dos protagonistas. Cabe destacar la construcción, por medio de esta forma pautada y pausada elaboración narrativa, de la relación entre los personajes, para desembocar en una escena final intensa y acaso emotiva.
Aprovechando que el Pisuerga de los Goya pasa por el Valladolid de internet (¿?), voy a hacer un repaso informal al cine hispanoamericano.


En el otro extremo de la elaboración cinematográfica a Las acacias, en este caso el convencional, está Güelcom, de Yago Blanco, una simpática comedia sobre relaciones y reencuentros que incluye el exotismo de un personaje español en Buenos Aires y que da cierto juego, sobre todo lingüístico. Previsible pero agradable de ver.


En la misma onda, y repitiendo actor, el curioso Peto Menahem, está Juntos para siempre, de Pablo Solarz, la historia de un guionista cuya relación sentimental se rompe y que vive atrapado en el recuerdo, convenientemente distorsionado, del abandono paterno. Con dos o tres momentos potentes, es no obstante irregular y la estructura se resiente con la inclusión de las escenas del viaje del padre.


De Stephanie, de Maximiliano Gerscovich cabe destacar que se exhibe a través de internet y está al alcance de todo el mundo. Todo lo demás es un ejercicio de pedantería estética y tedio narrativo.


Después de Qué pena tu vida parecía lógico que llegara Qué pena tu boda, de Nicolás López, en la que encontramos a los mismos personajes de aquella pero inmersos en asuntos mas "adultos" y con un tratamiento menos enérgico.

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