jueves, 12 de enero de 2012

Televicio


Depauperado el panorama cinematográfico, es momento adecuado de echar un vistazo a los despampanantes estrenos televisivos de la producción audiovisual patria. El primero de ellos es Toledo, un apreciable intento de recreación histórica. En su haber se destaca el valor escénico, menor en cualquier caso, de la reconstrucción de los elementos ordinarios de la vida de entonces, pero sobre todo, la voluntad aparente de ilustrar los aspectos sociales de la época sin caer en los convencionalismos históricos que establecen una convivencia casi paradisíaca y por tanto inverosímil. En su debe, por desgracia, cabe todo lo demás, como la vergonzosa gratuidad de los desnudos, empotrados en el relato con infames piruetas narrativas, la menesterosa capacidad interpretativa -o incompetencia del director- de la mayoría del reparto, a todas luces erróneo, y especialmente el tosco acabado del guión, afectado de precipitación, fragilidad, falta de ritmo y diálogos de prospecto a lo que hay que sumar la torpe puesta en escena y la típica y caricaturesca construcción de los personajes, echados a la buena de Dios en un endeble entramado narrativo sin tensión, conflicto o estímulo.


Menos pobre, en lo que a creación se refiere, es La fuga, una exótica apuesta por la ambientación apocalíptica que resulta una rareza estimulante en el monolítico catálogo de la televisión española. Con un elenco más sólido que Toledo, un tratamiento del guión más natural, no obstante trufado de gruesas imperfecciones aquí y allá, junto al "préstamo" tomado de cierta serie de prisiones o de, por ejemplo, Alien 3, configuran sin embargo un producto susceptible de merecer la atención del espectador ocioso.

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