miércoles, 21 de marzo de 2012

Un lugar para soñar, de Cameron Crowe


Si el principio de la película genera algún interés, bien pronto cae nuestro gozo en un pozo pues conforme avanza la historia más es el almíbar que se va añadiendo, para explotar finalmente en una intoxicación de edulcorante que no debe ser buena para la salud. Aprendemos una cosa sin embargo: Sigur Ros está sobreexplotado como banda sonora y su uso no hace ningún beneficio al interés del narrador.

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